Deseando que fuese miércoles

 Aquí estoy, metida en la habitación de mi novio, llorando mientras escribo esto y él ve The Office en el salón. ¿De verdad disimulo tan bien? ¿O es que no es interesante preocuparse por lo que me pasa? Ya no sé qué pensar... excepto que me gustaría morirme. No estaría nada mal. Es más, lo deseo. Aquí no hago nada relevante ni quiero hacerlo. A mi alrededor quizá le importe mi existencia, pero creo que “no mucho”. Una vez muerta, dejaría de llorar, de sofocarme, de angustiarme... de sufrir. Esto de vivir es una fuente de sufrimiento continuo e inagotable, sin posibilidad de darle boleto y mandarla a la mierda desde una perspectiva socialmente aceptada. 

Si aún no me he arrojado por una ventana, creo que es por mis padres. Quizá antes pensaba que por mis allegados y demás... pero sinceramente, a esos se les pasaría. Quienes no podrían superarlo son mis padres; demasiado tienen los pobres con sus vidas como para encima añadirles semejante peso a la espalda. La muerte de una hija. No se lo deseo a ningún padre, la verdad.

Pero es que a ver qué hago. Por ellos, tengo que estar obligadamente aquí, llorando día si y día también, sintiéndome ignorada, invisible, apaleada por mis emociones y derrotada. Cansada. Muy cansada es lo que estoy. Cada vez tengo menos aguante... Ya no soy lo que era. Un ser sonriente, armado de paciencia que disimulaba fenomenal; ya doy malas contestaciones, procedo a echarme a llorar en cuanto alguien me pregunta algo MEDIANAMENTE personal, no quiero salir... Y aún así, parece que nadie lo ve, que nadie se da cuenta. Y si se dan cuenta (que yo creo que un poco sí), deciden ignorarlo. 

Imagínate, sentirte ignorada por tu novio... Que sí, que me hará la cena y estará súper rica y todo lo que quieras, pero cómo no es capaz de estar ayudándome a hacer algo que sabe que me cuesta... El maldito TFG, lo que parece que finalmente acabará conmigo. Con toda esta mierda encima de la apatía, la desesperanza, la frustración... Soy incapaz de concentrarme para hacer esa basura. Y él eso lo sabe. Y ya le pedí que me vigilase para asegurarse de que lo hacía, pero lo olvidó discretamente. Me enfadé pero como no quería que se molestase, se lo dije con el mayor tacto posible, así que me pidió disculpas y me dijo que al menos, el día antes de la entrega (hoy), me ayudaría. Pues bien, su vigilancia consiste en dejarme en su cuarto mientras él toca la guitarra, limpia el salón y ve The Office. Y yo mientras aquí metida llorando y pensando que a ver si me muero. Que yo sé que alguien me podría decir “oye, pero el chico no es adivino: si quieres que haga algo concreto, le tendrás que decir explícitamente qué quieres que haga”, a lo que yo respondería que, al menos, me gustaría ver algo de interés. Me ha dicho que me ve cansada, sin fuerza vital incluso, para posteriormente pirarse al salón. Le llevo diciendo toda la tarde que llevo el TFG fatal, que a saber qué entrego, y su única ayuda “pues no hagas las frases escuetas jajaj”. Después de cenar, que si quiero ver algo. Pero vamos a ver... ¿no te acabo de decir que llevo esto FATAL? ¿No has pensado que quizá debería ponerme con ello y que quizá necesite ayuda para hacerlo? 

Yo creo que mi problema está en esperar que la gente haga lo que yo he hecho. He estado un montón de noches acostándome a la misma hora que él, mientras trabajaba, sentada en el sofá viéndole mirar la pantalla; he renunciado a dedicarle tiempo a mis hobbies para acompañarle durante sus obligaciones, he estado despierta cada noche que no se podía dormir... Y ahora que necesito un mísero vigilante durante 3 días, lo que obtengo es una hamburguesa. Yuhu.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Domingo un poco miércoles